A todo el mundo le gusta leer, sin excepción…
…siempre que el tema le interese.
Si algo te aburre, si te parece infumable, largo o desesperante, lo apartas rápidamente de tu vista. Eliminemos también el romanticismo de limitar la lectura a los libros. Porque si es un libro, lo cierras y lo aparcas en un rincón de tu estantería. Pero si es en el móvil….
¡Ay, el móvil!
Pues nunca dejarás de leer mientras lo tengas en la mano.
Será un wassap, un telegram, un artículo de un blog, una noticia, un email… Incluso en los vídeos, porque en los reels, stories, shorts, tiktoks o flipflops se pegan etiquetas y mensajes para contextualizar o ampliar información de lo que ves. Y si no hay etiquetas hay subtítulos —¿qué probabilidad hay de que tengas el móvil en silencio ahora mismo?—.
Es impresionante la cantidad de información que se puede consumir con un móvil a lo largo del día.
Al menos antes había que buscarlo de manera activa. Entrábamos en el blog de fulanita a ver qué explicaba sobre tal concepto o evento. Ahora el consumo de contenido es pasivo. Te tragas el contenido que otro quiere que zampes y, si no te gusta en los primeros segundos, arrastras pantalla y a por otro.
¿Cuándo fue la última vez que pensaste “me aburro” y buscaste, de forma activa, algo para hacer? Ah, que ya no te da tiempo para aburrirte. Claro, tienes (o quieres) Netflix, HBO, Amazon Prime, Firmin, Youtube, TikTok, Instagram, Twitter…
Quizá haya un día que te satures y quieras buscar entre toda esa montaña de paja y aburrimiento algo más allá, quizá.
Lo realmente difícil es soltar el móvil… así que no lo sueltes. —Por ahora. Otro día hablamos de los hábitos—.
No dejes el móvil y sigue continuamente rodeado de información que no sabes gestionar, porque no la puedes procesar. Mira, es agotador. Abruma la cantidad de contenido interesante que existe y que no puedes digerir.
¿O sí?
El correo electrónico es mi casa
Tengo demasiados correos sin leer por una mala costumbre, la de apuntarme a las newsletters de todo el mundo. Pero soy realista, no los voy a leer nunca, el 98% acabará en la papelera.
No obstante, hay un 2% que tienen acceso directo a mi tiempo —a mis pensamientos— según entran por la bandeja de entrada. Esos emails los leo sin pestañear porque lo que me dicen, me lo cuentan bonito y bien. Me gusta tomarme unos minutos para leerlos porque suelen venir con historias que (me) interesan y que enganchan.
Ya ves, se me acumula la basura digital en mi buzón, pero a ese 2% no les fallo. Y eso es una buena pista de que su contenido funciona bien.
Como a mí me interesa que me lean, me he dedicado a estudiarlos y he hecho lo propio.
¿Te apuntas a mis cartas electrónicas?
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